Un poco de nostalgia

—¿Te acordás cuándo nos dimos el primer beso? —le preguntó el marido mientras la abrazaba y su memoria se iba cuarenta años atrás.

—Sí, por supuesto —respondió ella. Enseguida recordó aquel sonido de las olas de una playa, en otoño. Él, a su vez, recordó el color azul marino de una camisa que usó un tiempo atrás. Ella una herida en un brazo, cuando se cayó de la bicicleta. Él pensó en el olor a petróleo de un mantel de hule, ella en la canción de un autor olvidado. A la memoria de él llegó un camión estacionado, luego el gusto sutil del helado y por último la voz de la radio diciendo que había más noticias. En la de ella emergió una cajita de comprimidos, una lancha reverberando en la arena hace muchos veranos y la mano pequeña de su hijo cuando tenía dos años.

—Y el lugar en donde nos conocimos, ¿te acordás? —volvió a preguntar él.

—También —dijo ella, apretando el brazo que la ceñía.

Los dos siguieron recordando, sin decir qué era lo que recordaban. Porque las cosas importantes no pueden traducirse en palabras.

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