El secreto
- Ediciones Casa de Papel
- 22 nov 2016
- 1 Min. de lectura

Gabriel García Márquez tenía un secreto. Como todo secreto bien guardado lo mantenía a la vista de cualquiera, sabiendo que muy pocos lo verían. Lo tuvo para sí por décadas hasta que, cansado de que le preguntaran cuál era su secreto, un día lo dijo. Quedó expuesto a todo el mundo, pero sólo algunos lo escucharon.
Para ser como García Márquez, primero hay que ser poseedor de ese secreto, luego entenderlo y, por último, saber implementarlo. La enorme mayoría que escucha ese secreto no tiene la capacidad de decodificar las palabras que lo envuelven. El colombiano nació poeta y luego se hizo narrador, por lo cual su secreto está dicho en pura poesía.
Mucha gente sabe que no sabe, por eso intenta saber aquello que no sabe. Pero la mayoría, que no sabe que no sabe, suele decir: “Eso no es un secreto. Esa no es la razón de su escritura”. Su ignorancia es un abismo insalvable.
Sólo pocos llegan a entenderlo. Son aquellos a los que les cayó en sus manos la piedra angular de la escritura, que han sido iluminados en su entendimiento y que se afanan buscando reproducir —por ahora, sin conseguirlo— ese tesoro que recibieron. Yo conozco el secreto y en el intento de aplicarlo se me está yendo la vida.
Gabriel García Márquez ha muerto y el secreto sigue ahí, tal vez metido en el cuerpo de alguna noticia o en el fragmento de un reportaje, en la paciente espera de encarnarse en otro escritor.
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